La escritora Laura Esquivel recibió en su casa, ubicada en la Alcaldía Coyoacán de la Ciudad de México, a Alina Duarte y Perla Velázquez, quienes le realizaron una entrevista para conocer todos los secretos de su novela Como agua para chocolate, la cual recientemente fue adaptada a la serie de una plataforma de streaming.
Ciudad de México, 26 de diciembre (SinEmbargo).- ¿Cuántas veces no hemos escuchado la frase “ando como agua para chocolate” para referirnos a que estamos enojados y que no queremos que nos toquen algún tema que nos haga sentir molestos? De esa manera está la escritora Laura Esquivel después de haber visto la adaptación de su novela en una serie de la plataforma Max.
“Lamentablemente, no representa mi novela, no en esta traducción. Es una versión libre, donde toman personajes, incluso a algunos les cambian el nombre por motivos extraños, por ejemplo, a Chencha no le quisieron poner así que porque era muy denigrante. Hay parte de la novela, pero no siento que esté traducida mi obra ni mi intención. Se fueron más por recrear la Revolución Mexicana, cosa que nunca fue mi objetivo”, dijo en entrevista.
La escritora Laura Esquivel publicó Como agua para chocolate en 1989, tres años después la obra fue adaptada a una película que ella misma tradujo. La propuesta fue presentar la historia de tres mujeres: la primera, traía una carga tradicional, que no quería que cambiara nada; la segunda con tintes feministas que decide sobre su cuerpo y sumarse al cambio revolucionario. Sin embargo, explica la escritora, Tita era el personaje principal: “Ella nada más es un objeto del deseo de la mamá, no existe, porque nació para cuidarla”.
En Tita, Laura Esquivel encontró al personaje para mostrar la desobediencia que nos lleva a los cambios: “Siempre abogué mucho por la desobediencia civil pacífica, todas las estructuras de poder son piramidales. Ahora veo que la gente se está revelando, se está organizando. Todo cambia”.
Esquivel recuerda que ella es parte de la generación de la década de 1960. Dice que creían que el cambio se daría si se involucraban socialmente, pero “desafortunadamente a mí me ha tocado ver cómo muchos movimientos revolucionarios fracasaron. ¿Por qué? Porque la tuerquita no acabó de dar la vuelta. Pero ahorita hay una generación fuerte y participativa”.
Por otro lado, en Como agua para chocolate también se buscó darle el valor a la cocina como un lugar de comunión, en donde surge el cambio. Para Esquivel, este espacio es y ha sido devaluado: “Ahí yo pongo la verdadera Revolución, que trasciende a la familia, porque Tita, renuncia a la tradición castrante para no pasarla a la nueva generación”.
“Para mí la cocina yo siempre le encuentro un gran significado a todo lo que sucede ahí y todas las transformaciones, tú sabes todos los granos, yo siempre digo que el metate es como la piedra del sacrificio, por ahí pasan y dejan de ser el grano, pero se convierten en otras cosas y esas cosas unidas a tu energía, cuando tú se la das a tus hijos, cuando tú la compartes, en verdad el efecto es poderosísimo, porque tenemos ese elemento que siempre está presente y que hace que Como agua para chocolate tenga ese carácter que le llaman como realismo mágico. Pero, para mí no lo es, porque si tú has tenido una madre castrante, ahí la vas a tener siempre, no es que sea fantasma, es que ahí está, la vas a estar escuchando siempre. Pero nos podemos liberar, conectar y recordar qué significa comer, qué significa sembrar, qué significa amar finalmente en este momento en el mundo”.